viernes, 17 de enero de 2014

EL CINE EUROPEO DE ENTREGUERRAS: EL DESPEGUE INDUSTRIAL BRITÁNICO

EL CINE EUROPEO DE ENTREGUERRAS: EL DESPEGUE INDUSTRIAL BRITÁNICO

Prácticamente desde los comienzos del cine inglés, éste se encontraba bajo la total influencia y protección del americano, siendo además favorecida por el hecho de que ambos territorios compartían el mismo idioma, salvándose así las posibles barreras u obstáculos que podrían darse. A pesar del intento para el desarrollo del cine autóctono tras la Gran Guerra, el cine inglés era casi inexistente en los años veinte, pudiéndose ilustrar esta situación al citar que en el año de 1926 el 95% de las películas eran estadounidenses. Pero, esta situación llevó al gobierno británico a que dictase, en 1927, una ley mediante la cual se establecían cuotas de pantalla, para de este modo conseguir proteger la industria británica. La ley decretada resultó de gran eficacia, ya que al año siguiente se duplicaron las producciones fílmicas británicas, y de esta manera comenzaba un periodo de expansión del cine inglés que continuó aumentando en los años treinta, llegando a rivalizar con el cine americano tanto en el mercado interno como en el internacional.
 
Uno de los grandes promotores de esta expansión cinematográfica británica fue el húngaro Alexander Korda, que a comienzos de los años 30 creó la London Film Productions y recopiló los biopics o biografías de personajes famosos reconstruidas dramáticamente, algunas de ellas dirigidas por él mismo, como La vida privada de Enrique VIII (1933) y Rembrandt (1936). El método de Korda tendrá un peso importante en el cine inglés, convirtiendo su característico formato de cine histórico (en el que se veían a los famosos como en paños menores) en uno de los puntos fuertes del cine británico, realizándose además abundantes revisiones de Enrique VIII, sus mujeres y obsesiones.
 
Arthur Rank, en 1935, puso las bases de la productora que llevaría su nombre, que muestra la célebre portada del hombre que golpea el gong. Uno de sus promotores fue Michael Balcon, quien se encargó de los principales estudios de las Islas Británicas. Empezó con la Gainsborough, una productora propia, en 1924; más tarde, dirigió la Gaumont-British y, posteriormente, se encargó de los estudios Ealing y de la Rank Organization. Con estos acontecimientos se comprende perfectamente el auge del cine inglés, en el que destacarán figuras como Anthony Asquith, Michael Powell, Carol Reed y John Grierson (uno de los principales y más influyentes documentalistas). Así, en 1937, se dio la vuelta a la pésima situación en la que se encontraba la industria cinematográfica británica diez años antes, ya que pasó a convertirse en la segunda más grande del mundo.
 
En esta importante etapa de auge del cine británico, surgió la gran y conocida figura de Alfred Hitchcock (1899-1980), que combina la tradición de la “puesta en escena” (que alcanzó un momento de apogeo con Murnau, siendo luego incrementado con las técnicas de los planos-secuencia del cine sonoro) y la de Eisenstein (fundamentada en el montaje, y que Hitchcock, aparte de utilizarla de forma funcional o narrativa, la aprovecharía de manera intensa y con un carácter manipulador, por el cual prevé las reacciones del espectador en cada momento (quedando este aspecto manipulativo reflejado en el hecho de que Hitchcock presumió de haber utilizado el “efecto Kulechov”)). También recurriría a la expresividad de la cámara en movimiento.
 
Los comienzos de la labor cinematográfica de Hitchcock hay que buscarlos en Alemania, país al que llegó debido a los acuerdos entre los productores Michael Balcon y Erich Pommer. En este país aprendió y se empapó del estilo de rodar de Murnau, que calará hondamente en él. Después de algunas películas mudas, en las que se percibe la influencia del cine alemán, se pasó al sonoro en la película de La muchacha de Londres (1929), desarrollando un creativo recurso que incluía la utilización de la voz en off (cuyo mérito, actualmente, se encuentra repartido junto con la película contemporánea de Buñuel de La edad de oro) en su película Murder (1930). Rápidamente, el éxito comercial que tuvieron sus obras le hicieron llegar a ser el más importante director inglés, confirmándose esta posición con otras películas como El hombre que sabía demasiado (1934).
 
Otras películas notables de esta etapa cinematográfica inglesa de Hitchcock son 39 escalones (1935), en la que sobresale el elaborado montaje visual que realizó (como se advierte en la vinculación del grito de la mujer de la limpieza que acaba de descubrir un cadáver en el tren con el silbido de la locomotora a toda máquina), y, también, Sabotaje (1936).
 
Más tarde, como consecuencia del estupendo rodaje que realizó en 1939 de la obra Posada Jamaica, el productor David O. Selznick le propuso que fuera a EEUU para la grabación de la película Rebeca (1940), la cual le permitió la entrada a los estudios de Hollywood, que contaba con abundantes recursos técnicos, en un momento en el que Inglaterra experimentaba tremendas dificultades ocasionadas por la Segunda Guerra Mundial. De este modo, acabó su etapa inglesa y se daba comienzo a su prestigiosa etapa cinematográfica americana.

David Pardo Mañas

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