CINE JAPONÉS
Debido al desconocimiento del cine japonés, en general, por
parte de Occidente una sección dedicada al mismo puede parecer extraña. Pero no
lo es en absoluto. En la primera parte del siglo XX el cine japonés es
totalmente desconocido para sus contemporáneos occidentales. Pero Japón, el
país más industrializado de Asia, era y sigue siendo una potencia en la
producción de películas. Como dato cabe mencionar las 700 cintas al año
producidos por el país en la segunda mitad de la década de los años 20, cifra que
tiene poco que envidiar al Hollywood de sus mejores tiempos. Buena parte del
cine japonés se nutría de su rica tradición literaria, pero también adaptaba
tramas de la vida contemporánea. Las películas se nutrían de las tradiciones
culturales de japonesas, que para cualquiera pueden parecer tremendamente
lejanas. El éxito del cine japonés a nivel mundial viene de la mano de Akira Kurosawa, que conseguiría el
reconocimiento internacional al serle concedido el Oscar a mejor película
extranjera por su película Rashomon en el año 1950. A partir de este momento y
gracias en buena parte a este director y algún otro del mismo talento, el cine
japonés se dará a conocer, consiguiendo cierta influencia y éxito en las salas
comerciales de Occidente.
La introducción del cine, o al menos de los primeros
cinematógrafos en Japón se debe a la llegada a esas tierras de varios franceses
que traían los primeros cinematógrafos, fabricados por la famosa compañía
Lumière. Esto se produce rondando el final del siglo XIX. La primera vez que se
expone un metraje rodado por el producto de la colaboración entre franceses y
japoneses es el 15 de Febrero de 1897 en el teatro Nanchi Embujo de Osaka. A
partir de entonces, se empiezan a rodar breves documentales, generalmente de no
más de un minuto, que describían las costumbres y paisajes de algunas partes de
Japón. La primera película rodada en Japón se proyectó en Junio de 1899 en el
Teatro Meiji-za. La película, de corta duración, llevaba como título Geisha no teodori y entraba dentro del género
Jidaigeki. El ingeniero Yoshinoko Osawa mezcló los dos cinematógrafos de la
época producidos por las compañías de Edison y de Lumière para fabricar uno
propio que sería comercializado por la compañía Yoshizawa.
Durante el periodo de las primeras cintas mudas en las salas
se utilizaba un narrador, cuyo papel entroncaba con la tradición japonesa. Este
narrador, llamado benshi, se encargaba de poner palabras a las películas mudas.
Pero dado el importante papel del narrador en el cine mudo, la capacidad del
benshi para narrar e interpretar una obra influía de manera importante a la
hora de entender y darle sentido a la misma. Los gestos y ruidos con los que
acompañaban la película a menudo cambiaban el sentido que el director le había
querido dar. La figura del benshi tiene su precedente en la tradición japonesa
en el teatro Kabuki.
El cine japonés de los primeros tiempos oscila en torno a
tres géneros de vital transcendencia. El primero de ellos es el Jidaigeki,
dramas de época, ambientados en el periodo Edo, uno de los momentos históricos
más caóticos de la historia de Japón. Gendaigeki es otro de los grandes géneros
del cine japonés, cuya trama consiste en el desarrollo de temas relacionadas
con el mundo contemporáneo, muchas veces respondiendo a tramas melodramáticas
centradas en las clases populares. Shomingek es el nombre dado al último de los
tres grandes géneros japoneses de los primeros tiempos, cuyos temas se centran
en la vida familiar o en la clase media, con una estructura, muchas veces a caballo
entre el drama y la comedia.
La industria japonesa estaba pensada para el mercado
interno. Las primeras películas japonesas no se exportan hasta la década de los
años treinta, llegando únicamente a los países asiáticos de su entorno. Se
granjeó la fama en China, Manchuria (que recordemos que estaba bajo control
japonés), Indochina y Corea. La mayor parte de las películas que se producían
(ya se ha dicho que el cine japonés llegó a realizar más de 700 películas al
año) eran copias de películas románticas francesas o de cintas violentas
americanas. Para el consumo interno se llevó a cabo el rodaje de varias
películas sobre la historia de Japón.
Uno de los primeros directores japoneses de renombre es
Daisuke Ito, que tiene el mérito de dar origen al género chambaza, el famoso
cine de espadachines japonés que convierte a los famosos samuráis en su
principal protagonista. Una de sus piezas más importantes es la trilogía Chūji
tabi nikki uno de los exponentes más famosos del género del Jidaigeki en sus
primeros tiempos. Esta película muda inaugura el cine de samuráis. Aunque
pensada y realizada en tres partes, buena parte del metraje de la película se
ha perdido con el paso del tiempo. El director, conocido por sus rápidos
movimientos de la cámara y por sus héroes solitarios y nihilistas, perdió
protagonismo con la aparición del sonido, lo cual no le impidió seguir
trabajando con grandes autores de la época.
Otro de los grandes directores de los primeros tiempos del
cine japonés fue Tomu Uchida. La carrera de este prolífico director empieza a
tener relevancia a mediados de la década de los años 30, llegando a ser su
primera película Ikeru ningyo seleccionada como una de las mejores de ese mismo
año (lo cual denota gran mérito en un país que producía cientos de películas
durante esta época). Otra de sus
películas Keisatsukan, la única de su etapa en el cine mudo que nos ha llegado
completa, narra la historia de un policía y un gánster, amigos de la infancia.
Esta temática sobre la delincuencia organizada en Japón (yakuza) llegó a ser
con el tiempo tremendamente famosa. Durante la guerra contra China, Tomu Uchida
es mandado a Manchuria, desde donde deserta a las filas chinas. Su carrera
cinematográfica se reanudará mucho tiempo después, tras su regreso a Japón en
la década de los cincuenta.
Kenji Mizoguchi es uno de los directores más prolíficos del
cine japonés en sus primeros momentos. De orígenes humildes, formado en los
talleres pictóricos de Japón, consiguió entrar en la industria del cine
trabajando como actor. Entre los años veinte y treinta rueda más de 50
películas, la mayoría de las cuales se perdieron durante la Segunda Guerra
Mundial. Pese a los muchos trabajos del director, la película Naniwa erejii es
la primera en la que consigue un gran reconocimiento del público y la crítica
en Japón. La importancia de la cinta Zangiku monogatari radica en los largos
planos que realiza en la película, característica que será una de las insignias
del cine japonés posterior. Durante la guerra realiza varias grabaciones
propagandísticas, entre los que cabe destacar Genroku Chūshingura, que trata
sobre el género de los samuráis.
Juan Martínez Rodríguez
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