El
nacimiento del cine
Al
final del siglo XIX había surgido una carrera tecnológica y de patentes, para
producir el primer aparato capaz de reproducir imágenes en movimiento.
Surgieron una gran cantidad de aparatos con diferente fortuna, pero el primero
que cumple con la descripción de ser de reproducir fotogramas en movimiento es
el kinetoscopio de Alva Edison. Sin embargo su aparato tenía unas taras que
permitió que fuese superado por el invento de los hermanos Lumière. El
kinetoscopio era incapaz de grabar imágenes en movimiento y estaba diseñado para un solo espectador, que
debía colocar los ojos en un visor acoplado a una caja donde se proyectaba la película. Esta visión más
práctica para la difusión de imágenes en movimiento, junto con la capacidad de proyectar
secuencias frente a una audiencia, terminaron por decantar la balanza en favor
del cinematógrafo.
Si
bien es cierto que en su primera sesión pública, el 28 de diciembre de 1895, no
hubo más de 35 espectadores, su popularidad creció muy rápidamente y la sala
tuvo que permanecer abierta de 10 de la mañana a 12 de la noche.
Si
bien había nacido el cinematógrafo a lo que ahora entendemos como cine o
películas aun le quedaba algo de tiempo para adoptar una forma definida. Hay
que entender que Louis Lumière era ante todo un inventor no un artista, y que
estaba más interesado en la vertiente científica y en los derechos de autor de
su máquina, que en el arte que pudiese hacerse con ella. De hecho las primeras
“películas” proyectadas por Lumiére eran secuencias de escasos minutos de
duración sin ningún tipo de organización argumental, carecían de guión y de
montaje.
Uno
de los asistentes a esa primera proyección del 28 de diciembre, era un joven
empresario de espectáculos y mago llamado
Georges Méliès. Méliès vio en seguida lo que no había visto Lumiére una
nueva forma de entretenimiento nunca antes vista. Ante la negativa de Lumière
de venderle uno de sus aparatos, decide modificar un bioscopio de William Paul
y comienza a rodar sus primeras secuencias hasta 1897.
Comienza imitando las proyecciones de Lumière,
llegadas de trenes, el aroseur, pero con el tiempo decide filmar los
espectáculos de su propio teatro y es ahí donde nace el cine, cuando un soporte
se utiliza para filmar un hecho con sentido propio. A trvés de este discurso
simple pero efectivo, unido a su habilidad para crear efectos visuales, Méliès
comienza a explorar las posibilidades narrativas de su aparato.
Utiliza el “paso de manivela” para alterar la
velocidad de filmación e incluso detenerla y así poder altera los elementos de
una toma, creando desapariciones y los primeros efectos especiales. Innova en
aspectos como la iluminación y la dirección de actores, entiende la diferencia
natural que debe haber entre un actor de teatro y uno de cine mudo, crea las divisiones
que luego habrá de seguir el cine como la diferenciación entre producción
rodaje y edición.
Con
todos estos avances en 1902 estrena Le
voyage dansla Lune, cuyo plano de la luna con un obús en un ojo forma parte
de la historia del cine.
En
1897 los hermanos Lumière comienzan a comprender el enorme potencial que tiene
su invento y deciden ponerlo a la venta y de dedicarse a la producción de
cinematógrafos y película, dejando la vertiente creativa a disposición de los
primeros emprendedores del cine, como el señor Pathé que exportó el invento por
todo el mundo. Pronto se instaura por los países más desarrollados de Europa,
Asia y América, con una burguesía hambrienta por nuevas sensaciones y avances
tecnológicos. Lo que comenzó como una curiosidad científica pronto se
convertiría en una industria que movería millones y que se estructuraría de
forma diferente en cada país.
En Europa surgen una serie de productoras
independientes y de impulso privado que dependen de los fabricantes, en Estados
Unidos hasta la primera década del siglo XX la industria del cine se
monopolizará bajo la forma de trust encabezada por Edison, que controlaba la
producción, la distribución y la
proyección de las películas a través de la famosa Motion Picture Patents
Company, y pese a su desaparición por orden judicial, este sistema de
comprender la industria cinematográfica ha pervivido hasta nuestros días.
Alfonso Bouza
García
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